sábado, 23 de julio de 2011

Stereo Total. La historia del cine en una canción





Stereo Total es un dúo electro pop franco alemán. Sus integrantes se llaman Francoise Cactus y Brezel Göring. Entre 1995 y 2009 han editado nueve discos. Pero no podría ni me atrevería a mencionar algo más sobre ellos, pues desconozco su historia y discografía en realidad.

¿Entonces por qué su aparición en el título y cuál es su relación con el cine?

Reiniciemos.

El cine, sea  visto como arte, industria, espectáculo, es joven. Su período de vida abarca desde finales del siglo XIX hasta nuestro siglo XXI –mínimo, si lo comparamos con la historia de la humanidad y de otras artes o disciplinas-. Sin embargo, a pesar del poco más de centenar de años de existencia, hay historia suficiente en donde sumergirse.

Y ante esa extensa variedad de filmes, directores, actores y actrices la gente suele perderse al primer intento de búsqueda. Más de una vez, gente cercana me ha pedido recomendaciones. ¿Por dónde empezar? ¿Qué películas recomiendas comprar o rentar? Dame una lista de tus directores favoritos. Dime tu Top Ten de películas.

Y siempre había dado la vuelta, pues no me considero apto para hacer algo así, no me considero experto –si acaso alguien que por momentos tiene una relación obsesiva con el cine, por momentos, reitero-. Hasta que bueno, me decidí a escribir sobre lo que antes rechazaba hacer.
Pero como tampoco deseo ponerme doctrinario, mejor que suene una canción de Stereo Total llamada “Cinemanía”.



Como habrán escuchado se enlista a relevantes personajes de la historia fílmica. Se mencionan, por ejemplo:
A Michelangelo Antonioni, director italiano, el favorito de mi favorito (Andrei Tarkovsky) creador de filmes como Desierto Rojo, El eclipse, La noche, La luna.

Mastroianni , Fellini. La relación actor-director más prolija a mi criterio,  pues antes que Scorsese-De Niro, que Tarantino-Uma Thurman, Nolan-Michael Cane o el mismo Marty con DiCaprio, estuvieron los italianos.
Francois Truffaut y Jean Pierre Leaud. El primero uno de mis directores favoritos. Par que nos regaló una película asombrosa, Los 400 golpes. Aquí Leaud es el pequeño protagonista. Y después el mismo Leaud repite con Truffaut en La noche americana, película sobre el cine mismo.

Y podríamos seguir con un post interminable. Que si el actor emblema de la nueva ola francesa (Belmondo), las bellas actrices que engalanaron las pantallas, el director que proclamó la muerte del cine (Godard)  o aquel que hizo del cameo en sus propias obras un momento más que esperado (Hitchcock).
Pero siendo breve, finalizo con un recuento de lo mencionado en el tema. Así, podemos buscar obras relacionadas con estos nombres que, sobra decirlo,  son garantía.

Directores, cradores: Jean Luc Godard, Francois Truffaut, Federico Fellini, Billy Wilder, Woody Allen, Roman Polanski, Michelangelo Antonioni, Pier Paolo Pasolini, Luchino Visconti, Michael W. Fassbinder, Jean Renoir, Sergio Leone, Alain Resnais, Alfred Hitchcock.




Actores: Jean-Paul Belmondo, Jean-Pierre Léaud, Humphrey Bogart, Tony Curtis, Cary Grant, Marcelo Mastroianni, James Dean, Dennis Hopper, Warren Beatty, Alain Delon, Gary Cooper, Jack Lemmon, Jack Nicholson.




Actrices, musas inspiradoras: Lana Turner, Jeanne Moreau, Liv Ullman, Brigitte Bardot, Marilyn Monroe, Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Sofia Loren, Marlene Dietrich, Ana Magnani, Julie Christie, Rita Hayworth, Ginger Rogers, Jodie Foster, Isabelle Huppert, Isabelle Adjani, Ingrid Bergman.






Mención aparte merecen los Fonda, toda una dinastía cinematográfica con actores, actrices y directores.  

Y así tenemos como una canción, nos sintetiza en poco más dos minutos, una historia de más de 100 años. Ni son todos los que están, ni están todos los que son, pero es un buen punto de partida.

Everardo González y el documental mexicano




Si el cine de ficción en México presenta problemas con la producción, exhibición y distribución, ni hablemos de lo que padece el cine documental; bueno, mejor sí, hablemos de él.

Sé que ahora muchos asocian al documental con un extenso promocional jurídico que llegó a las salas de cine recientemente (Presunto Culpable) –aquí los exhibidores eran igualmente productores, anormal coincidencia que le favoreció drásticamente- y que se  valió de una serie de no muy claras estrategias para atraer público. Pero no, el documental existe desde mucho antes.

Una carta abierta de distintos documentalistas mexicanos marcaba una postura lejos de las ideas de los responsables de dicha obra. La mayor crítica recaía –creo yo- en el discurso que se asumía como objetivo, como portador de la Verdad absoluta; y es que si algo marca a una obra es la carga subjetiva que lleva. Bien se dice en esta carta que decidir el encuadre ya es excluir.



Uno de los tantos firmantes de la carta es Everardo González, un hombre que gusta de contar historias, de esas que suceden todos los días frente a nosotros, al lado. Pues si bien la ficción nos cuenta las historias de lo que “puede ser”, el documental retoma fragmentos de esta realidad, para algunos doliente, para otros un cúmulo de derrotas, para otros su vida al fin y al cabo.

Los personajes típicos de la ficción cinematográfica (en su mayoría) son jóvenes que habitan espacios urbanos, pertenecen cuando menos a la clase media, están insertos en esta dinámica global, con dudas existenciales, pero con las necesidades básicas resueltas. Y así no son los personajes –sujetos de carne y hueso al fin- del cine de Everardo González.

Tras unos cortos de carácter documental, en el año de 2006 filma la que será su tesis en el CCC “La canción del pulque” Y he aquí una declaración de principios.

En un país tan desigual como el nuestro, tan variado,  tan multicultural, es obvio que millones de gentes no se ven identificadas con las historias que muestran el cine, la televisión, la literatura. Siguen siendo los olvidados de Buñuel, pero estos –reitero- son de carne y hueso, tienen nombre y una historia detrás.

Nada más lejos del clamor popular que el pulque, ancestral bebida usada por pueblos prehispánicos para sus ritos sagrados, pero hoy día asociada –despectivamente- a las clases bajas, a los seres marginales, a los barrios, a los pueblos. Añadamos el asco que produce en una gran cantidad de personas debido al famoso “muñeco” con el que la bebida se fermenta, en síntesis hay una serie de prejuicios alrededor de tan noble bebida.

Y González nos lleva al campo, particularmente al estado de Tlaxcala, para saber de hombres que elaboran la bebida y que plantean un problema ajeno para la mayoría: se están acabando las reservas naturales, ya no habrá en algunos años de donde sacar el pulque. Y ante esa duda que lleva implícita la interrogante de qué harán estos “pulqueros” cuando ese día llegue, nos encontramos de pronto con los parroquianos de una “pulcata” llamada La Pirata.

Charlan animosamente, cantan, celebran, comparten; la vida que les ha negado muchas posibilidades les retribuye a modo de un extenso surtido de curados.

La naturalidad que nos ofrecen hombres y mujeres del lugar ante la cámara es gracias al trabajo previo del director, al lograr haberse hecho uno más de esa pequeña sociedad. La cámara pues, dejó de ser una intrusa. Repasar juntos la vida –en palabras de González-. Ellos y él, y nosotros los espectadores.



Tras premios en distintos festivales y una corrida por ciertas salas destinadas al cine no comercial, dos años después apareció el siguiente documental de González, que llevaba por título “Los ladrones viejos”.

Aquí encontramos hombres similares a los de La canción del pulque, con una leve diferencia. Los protagonistas de la obra, son todos, ladrones (carteristas, asaltantes, estafadores) quienes narran con lujo de detalles como practicaban su oficio.

Rememoran ese pasado lleno de juventud, de posibilidades, de riesgos, ese atajo que un día tomaron y que les permitió salir de las condiciones de pobreza en las cuales habían nacido. Arrebataban mucho de lo que la vida les había negado desde temprana edad.

Y sin hacer apología de crimen, si nos muestra que estos hombres a pesar de cometer una serie de crímenes tenían un código (intentaban no dañar físicamente a nadie, mostraban signos de humanidad), algo que suena impensable para nuestras historias criminales actuales.

Con ayuda de material fílmico de archivo se construye –gracias a una impecable edición- una ágil historia, donde los contrastes de las imágenes antiguas y las contemporáneas nos brindan un completo panorama del antes y el ahora de estos nuestros ladrones viejos.



El cielo abierto es la más reciente producción del documentalista. Trata sobre los diarios de Oscar Romero, sacerdote salvadoreño, pero más que nada, un testigo de la dolorosa guerrilla que aquel país sufrió.



Por igual interesante resulta la historia detrás del documental. Una vez encargado al realizador, y habiendo llegado a la etapa del primer corte, preocupa a quienes le financian y deciden retirar el apoyo (incomodaba la visión del Religioso que ofrecía el documental). Después inicia la lucha de González por los derechos y porque esa obra pueda ser exhibida, y logra difundirle. De hecho la película estuvo siendo exhibida en un sitio por internet previo pago 5 dólares (ignoro sin aún se pueda ver así).

Viren al documental, mexicano por ejemplo, no todo es ficción, estas obras nos muestran un poco de lo que somos.

Thomas Vinterberg. Mi danés favorito.




La filmografía danesa no ha ocupado un papel central en la historia del cine. Países como Alemania, Italia, Rusia, Francia o Inglaterra tienen una más nutrida y difundida producción.

Con todo y que Carl Dreyer era danés de nacimiento, no será hasta 1995 cuando Dinamarca sea asociado con el cine y sobre todo con la vanguardia artística.

Ese año 4 cineastas daneses se reunieron para formar un movimiento llamado DOGMA 95. El punto de partida era crear una Doctrina, un decálogo, que buscaba replantear el cine, refundarlo. Eliminar todos los artilugios de los que una industria como Hollywood se vale para contar historias.

Ellos eran Kristen Levring, Soren Kragh-Jacobsen, y a la cabeza del movimiento estaban el genial y polémico Lars Von Trier y Thomas Vinterberg. Sé que Von Trier atrae las miradas y los elogios de todos; y que pasará a la posteridad. Pero hacer estrategias publicitarias como la de Cannes –aludiendo a una simpatía nazi y avergonzando a una actriz- no hace más que demeritar al creador y por ende su obra –pues no podemos disociarles del todo-.

El decálogo en términos generales buscaba eliminar las ventajas que otorga la postproducción (corrección de color, agregar audio a lo ya filmado, musicalizar), optimizar usando los recursos mínimos de producción (jamás filmar en foros, usar el hombro como el único soporte para la cámara, no ponerle a esta ninguna clase de filtro) y sobre todo cuidar la estructura de la historia a partir el guión (se prohibía el asesinato, se negaba la película de género y no se podía romper la secuencia natural del tiempo y espacio, es decir, no podría usarse el flashback, recurso constante en el cine). La cereza incluía eliminar el efecto narcisista de los créditos en la obra, eran películas “sin director”

Tras el saldo de las cuatro primeras obras Dogma se demostró que era prácticamente imposible mantener incólume al decálogo sagrado. Desde el que usó un árbol como soporte de la cámara, hasta el que agregó música en postproducción rompieron las reglas. Ellos avanzaron más allá de los 10 mandamientos no sin antes contagiar a una serie de nuevos realizadores que buscaban el certificado de autenticidad –la aprobación de los 4 dogmáticos para estas obras-.

Y es acá cuando llegamos a Vinterberg. El ocupa una posición secundaria gracias a que los reflectores se dirigen a Von Trier. Sin embargo retomo su obra pues me parece constante, y esta cualidad es difícil de encontrar en una filmografía.

Si bien tiene una primera obra, comenzaremos a partir de Festen (1998). Llamada en español “La celebración”, trata de una importante reunión familiar para celebrar al Patriarca. Un fin de semana en la casa de campo nos remite a la fiesta de cualquier familia ordinaria. Sin embargo los recuerdos atroces de los hijos, traídos al presente por la confesión del primogénito (Ulrich Thomsen, quien también ha protagonizado Allegro de Christoffer Boe) provocarán un cisma al interior de esa familia en apariencia normal.

Más caótico aún resulta este microcosmos cuando la cámara nos lleva de aquí para allá sin estabilidad alguna, la cámara al hombro corre despavorida persiguiendo a los actores, se preocupa muy poco por enfocar lo que nuestros ojos perciben. La textura granulada remite a una obsesión en esos años de Vinterberg (filma un video para Blur y la imagen es muy similar).



Tras algunas obras para la tv llega a Hollywood y filma “It´s all about love” con un envidiable reparto. Joaquin Phoenix, Claire Danes y por supuesto Sean Penn.

Vinterberg nos habla de un mundo donde encontrar seres muertos en una escalera eléctrica o en un bote de basura es algo habitual. Donde la clonación se usa como un recurso para la sobreexplotación del hombre. Una patinadora  –Danes- y su ex esposo –Phoenix- se encuentran en medio de una red de intrigas. Los que consideran amigos parecen no serlo, y como en Festen los personajes esconden secretos. Mentir quizá como posibilidad para mantenerse con vida. Al final los amantes buscan escapar de todo y el final es una suerte de homenaje a Dolls de Takeshi Kitano (con la pareja en medio de la nieve).



Y por último retomaremos una obra donde las dos mentes maestras detrás de Dogma se unen para hacer una radiografía de la violencia en los Estados Unidos.

Dear Wendy es una película dirigida por Vinterberg y con guión de Von Trier. Dick, un chico que queda huérfano en un pueblo donde todo lo que hay es una mina, nos narra el profundo amor que siente por Wendy, un arma con nombre femenino. Gracias a la conformación de un club secreto, Dick y otros jóvenes estigmatizados como perdedores por una sociedad que les niega posibilidades de ser, harán de sus armas los elementos a partir de los cuales girará su vida.

Estoy armado luego existo, axioma que se sostiene en una de las enmiendas de la ley norteamericana. Justificación para una violenta cultura donde –como en la película- jóvenes pacifistas o belicistas quedan a mitad del camino pues unas balas perdidas terminan con sus planes y proyectos de vida. Una sociedad patológica produce sujetos afectados física y emocionalmente. Cruda metáfora que muestra las entrañas del imperialista vecino musicalizado con Time of the season de The Zombies.




Valga este texto para revisar la solvente y constante obra previa de Vinterberg o Submarino (ahora en cartelera) que mantiene las obsesiones del autor (infancias sórdidas, secretos, desolación, crudeza)o incluso la de otros daneses como Lars Von Trier, los Dogma, Jorgen Leth, Susanne Bier o Christoffer Boe que van poniendo a Dinamarca en el mapamundi cinematográfico. 

viernes, 1 de julio de 2011

El ojo de Richard Wagner



Alemán nacido en 1813, compositor, director de orquesta, ensayista, dramaturgo, un creador en el sentido extenso del término, Wagner legó una obra que ha inspirado a generaciones enteras en las artes e incluso en la política. Su muerte ocurrió en 1883.


Para ese momento, los Lumiere y Edison (en sus respectivos países) se encontraban inmersos en una carrera para perfeccionar el cinematógrafo, la recta final es ganada por los hermanos franceses. Se registra “el nacimiento del cine” (la primera proyección pública) el 28 de diciembre de 1895, eso significa después de morir Wagner.

¿Qué tienen que ver entonces el compositor y el cine? Mucho.

Richard Wagner ostenta el record de ser el compositor más frecuentemente usado en la historia del cine, aunque en realidad jamás le conoció, vio antes que nadie nuevas posibilidades para la música. Su legado puebla las bandas sonoras de filmes y programas de televisión. Basta con buscar en IMDB o cualquier otro sitio y comprobarán con base en estadísticas lo anterior. Aunque no necesariamente la cantidad refleja la calidad.
Una de sus obras es llamada “El ocaso de los dioses”, y este título bien refleja la sobreexplotación de Wagner en  obras olvidables como: Ghost Rider, Norbit, The wedding planner, Police Academy 5, y la lista jamás finaliza;  le hemos oído además en programas de televisión como The Big Bang Theory, los Simpson o –sí, pobre Wagner- Dancing with the Stars.

¿Por qué usar su música? Fácil, su grandilocuencia permite esconder la carencia de ideas, argumentos sólidos, buenas actuaciones. Suena familiar –muchos han oído parte de su obra sin saber relacionarla directamente con su autor- pues forma parte del soundtrack de nuestras vidas, y eso es un punto a favor igualmente.

Del mismo modo hay que notar el uso que se dio a la cabalgata (Valkiria es una deidad femenina nórdica que elegía a los mejores guerreros para que luchasen al lado de Odín; de hecho se dice ellas tendían las redes para la guerra). La majestuosidad de la obra remite a quien la escucha, a un instante de gloria, de poderío, la supremacía ante el otro –que mejor momento para sentir esto, que en mitad del combate-. Por ende el nacionalsocialismo y otros regímenes políticos vieron en la música de Wagner el vehículo perfecto para instar a las tropas a ganar toda guerra que se les pusiese enfrente (incluso hubo quienes pensaron instaurarlo como un himno). No entraremos en la discusión acerca de si el autor es o no responsable de esto, con todo y que haya escritos polémicos donde  se habla de racismo en Wagner.

Finalmente retomo la idea del tipo genial que sufría carencias económicas por ser un adelantado a su tiempo, y pienso en todos aquellos productores de filmes mediocres que usan su obra para sonorizar sus películas y que se llenan los bolsillos.

Asimismo, hay secuencias que complementadas con obras como Tristán e Isolda –que habla sobre estos amantes que luchan contra todo- y por supuesto la Cabalgata de las valkirias (fragmento de la genial y extensa Los anillos del Nibelungo) que se han vuelto entrañables.

Acá hay tres secuencias memorables donde se usa la música de Wagner (particularmente la cabalgata de las valkirias).

La primera es la escena de 8 ½ de Fellini, comentada en el post anterior, la fantasía del hombre occidental que va más allá de la monogamia, el hombre y sus mujeres.


La segunda es una secuencia memorable de Apocalipsis now de Ford Coppola, donde el napalm, un surfer lanzándose al mar a mitad de un taque aéreo y una coreografía montada con helicópteros exhiben los excesos y las locuras que produjo Vietnam en la sociedad norteamericana. Acá Francis Ford Coppola da una lección de cómo usar la parafernalia como recurso narrativo –si alguna vez planeas usar un helicóptero en un filme, que sea así- y una de las tantas secuencias de Stars Wars, de sobra conocidas y revisitadas.

Woody Allen, en una frase sintetiza todo lo que el compositor representa: “Cada vez que escucho a Wagner me entran ganas de invadir Polonia”. Por lo pronto escuchemos y sintámonos Napoleón, aunque sea a mitad de un juego de Risk.

Gracias Richard Wagner, porque sin ti, el cine – al menos una parte de él- no sería el mismo.