sábado, 23 de julio de 2011

Thomas Vinterberg. Mi danés favorito.




La filmografía danesa no ha ocupado un papel central en la historia del cine. Países como Alemania, Italia, Rusia, Francia o Inglaterra tienen una más nutrida y difundida producción.

Con todo y que Carl Dreyer era danés de nacimiento, no será hasta 1995 cuando Dinamarca sea asociado con el cine y sobre todo con la vanguardia artística.

Ese año 4 cineastas daneses se reunieron para formar un movimiento llamado DOGMA 95. El punto de partida era crear una Doctrina, un decálogo, que buscaba replantear el cine, refundarlo. Eliminar todos los artilugios de los que una industria como Hollywood se vale para contar historias.

Ellos eran Kristen Levring, Soren Kragh-Jacobsen, y a la cabeza del movimiento estaban el genial y polémico Lars Von Trier y Thomas Vinterberg. Sé que Von Trier atrae las miradas y los elogios de todos; y que pasará a la posteridad. Pero hacer estrategias publicitarias como la de Cannes –aludiendo a una simpatía nazi y avergonzando a una actriz- no hace más que demeritar al creador y por ende su obra –pues no podemos disociarles del todo-.

El decálogo en términos generales buscaba eliminar las ventajas que otorga la postproducción (corrección de color, agregar audio a lo ya filmado, musicalizar), optimizar usando los recursos mínimos de producción (jamás filmar en foros, usar el hombro como el único soporte para la cámara, no ponerle a esta ninguna clase de filtro) y sobre todo cuidar la estructura de la historia a partir el guión (se prohibía el asesinato, se negaba la película de género y no se podía romper la secuencia natural del tiempo y espacio, es decir, no podría usarse el flashback, recurso constante en el cine). La cereza incluía eliminar el efecto narcisista de los créditos en la obra, eran películas “sin director”

Tras el saldo de las cuatro primeras obras Dogma se demostró que era prácticamente imposible mantener incólume al decálogo sagrado. Desde el que usó un árbol como soporte de la cámara, hasta el que agregó música en postproducción rompieron las reglas. Ellos avanzaron más allá de los 10 mandamientos no sin antes contagiar a una serie de nuevos realizadores que buscaban el certificado de autenticidad –la aprobación de los 4 dogmáticos para estas obras-.

Y es acá cuando llegamos a Vinterberg. El ocupa una posición secundaria gracias a que los reflectores se dirigen a Von Trier. Sin embargo retomo su obra pues me parece constante, y esta cualidad es difícil de encontrar en una filmografía.

Si bien tiene una primera obra, comenzaremos a partir de Festen (1998). Llamada en español “La celebración”, trata de una importante reunión familiar para celebrar al Patriarca. Un fin de semana en la casa de campo nos remite a la fiesta de cualquier familia ordinaria. Sin embargo los recuerdos atroces de los hijos, traídos al presente por la confesión del primogénito (Ulrich Thomsen, quien también ha protagonizado Allegro de Christoffer Boe) provocarán un cisma al interior de esa familia en apariencia normal.

Más caótico aún resulta este microcosmos cuando la cámara nos lleva de aquí para allá sin estabilidad alguna, la cámara al hombro corre despavorida persiguiendo a los actores, se preocupa muy poco por enfocar lo que nuestros ojos perciben. La textura granulada remite a una obsesión en esos años de Vinterberg (filma un video para Blur y la imagen es muy similar).



Tras algunas obras para la tv llega a Hollywood y filma “It´s all about love” con un envidiable reparto. Joaquin Phoenix, Claire Danes y por supuesto Sean Penn.

Vinterberg nos habla de un mundo donde encontrar seres muertos en una escalera eléctrica o en un bote de basura es algo habitual. Donde la clonación se usa como un recurso para la sobreexplotación del hombre. Una patinadora  –Danes- y su ex esposo –Phoenix- se encuentran en medio de una red de intrigas. Los que consideran amigos parecen no serlo, y como en Festen los personajes esconden secretos. Mentir quizá como posibilidad para mantenerse con vida. Al final los amantes buscan escapar de todo y el final es una suerte de homenaje a Dolls de Takeshi Kitano (con la pareja en medio de la nieve).



Y por último retomaremos una obra donde las dos mentes maestras detrás de Dogma se unen para hacer una radiografía de la violencia en los Estados Unidos.

Dear Wendy es una película dirigida por Vinterberg y con guión de Von Trier. Dick, un chico que queda huérfano en un pueblo donde todo lo que hay es una mina, nos narra el profundo amor que siente por Wendy, un arma con nombre femenino. Gracias a la conformación de un club secreto, Dick y otros jóvenes estigmatizados como perdedores por una sociedad que les niega posibilidades de ser, harán de sus armas los elementos a partir de los cuales girará su vida.

Estoy armado luego existo, axioma que se sostiene en una de las enmiendas de la ley norteamericana. Justificación para una violenta cultura donde –como en la película- jóvenes pacifistas o belicistas quedan a mitad del camino pues unas balas perdidas terminan con sus planes y proyectos de vida. Una sociedad patológica produce sujetos afectados física y emocionalmente. Cruda metáfora que muestra las entrañas del imperialista vecino musicalizado con Time of the season de The Zombies.




Valga este texto para revisar la solvente y constante obra previa de Vinterberg o Submarino (ahora en cartelera) que mantiene las obsesiones del autor (infancias sórdidas, secretos, desolación, crudeza)o incluso la de otros daneses como Lars Von Trier, los Dogma, Jorgen Leth, Susanne Bier o Christoffer Boe que van poniendo a Dinamarca en el mapamundi cinematográfico. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario