La filmografía danesa no ha
ocupado un papel central en la historia del cine. Países como Alemania, Italia,
Rusia, Francia o Inglaterra tienen una más nutrida y difundida producción.
Con todo y que Carl Dreyer era
danés de nacimiento, no será hasta 1995 cuando Dinamarca sea asociado con el
cine y sobre todo con la vanguardia artística.
Ese año 4 cineastas daneses se
reunieron para formar un movimiento llamado DOGMA 95. El punto de partida era
crear una Doctrina, un decálogo, que buscaba replantear el cine, refundarlo. Eliminar todos los
artilugios de los que una industria como Hollywood se vale para contar
historias.
Ellos eran Kristen Levring, Soren
Kragh-Jacobsen, y a la cabeza del movimiento estaban el genial y polémico Lars
Von Trier y Thomas Vinterberg. Sé que Von Trier atrae las miradas y los elogios
de todos; y que pasará a la posteridad. Pero hacer estrategias publicitarias
como la de Cannes –aludiendo a una simpatía nazi y avergonzando a una actriz-
no hace más que demeritar al creador y por ende su obra –pues no podemos
disociarles del todo-.
El decálogo en términos generales
buscaba eliminar las ventajas que otorga la postproducción (corrección de color,
agregar audio a lo ya filmado, musicalizar), optimizar usando los recursos
mínimos de producción (jamás filmar en foros, usar el hombro como el único
soporte para la cámara, no ponerle a esta ninguna clase de filtro) y sobre todo
cuidar la estructura de la historia a partir el guión (se prohibía el asesinato,
se negaba la película de género y no se podía romper la secuencia natural del
tiempo y espacio, es decir, no podría usarse el flashback, recurso constante en
el cine). La cereza incluía eliminar el efecto narcisista de los créditos en la
obra, eran películas “sin director”
Tras el saldo de las cuatro
primeras obras Dogma se demostró que era prácticamente imposible mantener
incólume al decálogo sagrado. Desde el que usó un árbol como soporte de la
cámara, hasta el que agregó música en postproducción rompieron las reglas.
Ellos avanzaron más allá de los 10 mandamientos no sin antes contagiar a una
serie de nuevos realizadores que buscaban el certificado de autenticidad –la
aprobación de los 4 dogmáticos para estas obras-.
Y es acá cuando llegamos a Vinterberg.
El ocupa una posición secundaria gracias a que los reflectores se dirigen a Von
Trier. Sin embargo retomo su obra pues me parece constante, y esta cualidad es
difícil de encontrar en una filmografía.
Si bien tiene una primera obra,
comenzaremos a partir de Festen (1998). Llamada en español “La celebración”,
trata de una importante reunión familiar para celebrar al Patriarca. Un fin de
semana en la casa de campo nos remite a la fiesta de cualquier familia
ordinaria. Sin embargo los recuerdos atroces de los hijos, traídos al presente
por la confesión del primogénito (Ulrich Thomsen, quien también ha
protagonizado Allegro de Christoffer Boe) provocarán un cisma al interior de
esa familia en apariencia normal.
Más caótico aún resulta este
microcosmos cuando la cámara nos lleva de aquí para allá sin estabilidad
alguna, la cámara al hombro corre despavorida persiguiendo a los actores, se
preocupa muy poco por enfocar lo que nuestros ojos perciben. La textura
granulada remite a una obsesión en esos años de Vinterberg (filma un video para
Blur y la imagen es muy similar).
Tras algunas obras para la tv
llega a Hollywood y filma “It´s all about love” con un envidiable reparto.
Joaquin Phoenix, Claire Danes y por supuesto Sean Penn.
Vinterberg nos habla de un mundo
donde encontrar seres muertos en una escalera eléctrica o en un bote de basura
es algo habitual. Donde la clonación se usa como un recurso para la
sobreexplotación del hombre. Una patinadora
–Danes- y su ex esposo –Phoenix- se encuentran en medio de una red de
intrigas. Los que consideran amigos parecen no serlo, y como en Festen los
personajes esconden secretos. Mentir quizá como posibilidad para mantenerse con
vida. Al final los amantes buscan escapar de todo y el final es una suerte de
homenaje a Dolls de Takeshi Kitano (con la pareja en medio de la nieve).
Y por último retomaremos una obra
donde las dos mentes maestras detrás de Dogma se unen para hacer una
radiografía de la violencia en los Estados Unidos.
Dear Wendy es una película dirigida
por Vinterberg y con guión de Von Trier. Dick, un chico que queda huérfano en
un pueblo donde todo lo que hay es una mina, nos narra el profundo amor que
siente por Wendy, un arma con nombre femenino. Gracias a la conformación de un
club secreto, Dick y otros jóvenes estigmatizados como perdedores por una
sociedad que les niega posibilidades de ser, harán de sus armas los elementos a
partir de los cuales girará su vida.
Estoy armado luego existo, axioma
que se sostiene en una de las enmiendas de la ley norteamericana. Justificación
para una violenta cultura donde –como en la película- jóvenes pacifistas o
belicistas quedan a mitad del camino pues unas balas perdidas terminan con sus
planes y proyectos de vida. Una sociedad patológica produce sujetos afectados
física y emocionalmente. Cruda metáfora que muestra las entrañas del imperialista
vecino musicalizado con Time of the season de The Zombies.
Valga este texto para revisar la
solvente y constante obra previa de Vinterberg o Submarino (ahora en cartelera)
que mantiene las obsesiones del autor (infancias sórdidas, secretos, desolación,
crudeza)o incluso la de otros daneses como Lars Von Trier, los Dogma, Jorgen
Leth, Susanne Bier o Christoffer Boe que van poniendo a Dinamarca en el
mapamundi cinematográfico.
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