martes, 6 de septiembre de 2011

Más sabe Sydney Lumet que el Diablo




La vanguardia suele ser mayoritariamente asociada con una juventud punzante, llena de ideas. Las nuevas generaciones estableciendo una ruptura con el pasado, o explorando rutas y posibilidades novedosas.
Pero obviamente, no siempre es así.

En el cine, pensemos en directores que se han mantenido vigentes alcanzando las ocho décadas de vida. Jacques Rivette, Jean-Luc Godard, Woody Allen, y quien nos dejó este mismo año, Sydnet Lumet.

Nacido en 1924, debutará actuando a los cuatro años en el teatro. Crecerá, dirigirá algunas obras para de ahí pasar a la tv.

Su debut cinematográfico será con 12 angry men o 12 hombres en pugna en español. La película será referencia para toda obra alusiva al mundo de las leyes y los juicios. Un jurado conformado por 12 personas deliberará en torno a la culpabilidad o inocencia de un joven sospechoso de asesinar a su padre. Cuando todos apunten en una dirección, el accionar y el análisis del jurado número 8 (Henry Fonda) motivará la discusión a partir de puntos desapercibidos por otros.



Cosecha premios como el Oso de Berlín y algunas nominaciones al Oscar.  Tras el afortunado recibimiento continuará filmando, década tras década.

Entre 1958 y 1960 filmará tres películas, una de ellas The fugitve kind con Marlon Brando, Ana Magnani y Joanne Woodward basada en una obra de Tennessee Williams.

Katherine Hepburn, Sean Connery, Dean Stockwell se unirán a la lista de intérpretes dirigidos por Lumet. Adaptó a La Gaviota de Chéjov y a Arthur Miller. Realiza un documental al lado de Joseph Mankiewicz acerca de Luther King.

En 1973 se une a un actor que buscaba consolidar su carrera tras una película llamada “El Padrino” Éste era obviamente Al Pacino. Sérpico trata sobre un policía que busca combatir la corrupción al interior de la fuerza policial (algo tan en boga en estos tiempos, la corrupción de nuestras autoridades).

Vendrá posteriormente Tarde de Perros. Con el mismo Pacino protagonizando una historia acerca de un accidentado robo a un banco. Esto deviene en fenómeno mediático a partir de la presencia de las  cámaras de televisión. El morbo sobreexplotado por el “periodismo”. Violencia y medios, otro elemento propio de nuestra cotidianeidad.



Aquí ya planteaba un tópico que continuaría con su siguiente gran obra. Network (1976). Faye Dunaway, Peter Finch, Rober Duvall y William Holden son los actores más relevantes del reparto. Una sátira sobre la televisión y los extremos a los que llega este medio por lograr rating.

Howard Beale (Finch) es amenazado con el despido debido a los bajos ratings de su show. Ante ello anunciará que cometerá suicidio frente a las cámaras. Este hecho provocará una serie de acciones que rayarán en el absurdo pero que le permitirán hacerse de un programa propio y de la ansiada popularidad.

Correrá paralelamente la molestia de los directivos del canal acerca de lo emitido por Beale, a la vez que disfrutarán por hacerse del favor de la audiencia.

Aparecerá la ambiciosa Diana Christensen (Dunaway) quien irá acrecentado su figura al interior de la cadena y jugará un papel decisivo para el desenlace de esta historia.

A modo de epifanía Network nos revelará los tejes y manejes de muchas de las producciones contemporáneas. La repetición ad nauseum de mediocres y poco éticos reality shows. Y la búsqueda del rating a cualquier costo ¿las vidas de algunos por ejemplo?



Brincamos un poco, y llegamos de golpe al testamento fílmico de Lumet. Antes que el diablo sepa que has muerto es un drama intrafamiliar, retrato desolador de los Hanson, una (en apariencia) familia convencional.

Filmada en 2007 cuenta con las actuaciones de Phllip Seymour Hoffman y de Ethan Hawke como los hermanos Andy y Hank Hanson. El primero un corredor de bolsa con algunas deudas y adicto a las drogas. Hank, un tipo cobarde y sumiso. El gran Albert Finney (notable como el Padre) y Marisa Tomei como la esposa de Andy (quien a la vez sostiene un affaire).

Andy maquina un plan para salir de sus problemas financieros y decide involucrar (manipular) a Hank. El plan consiste en robar el negocio de sus padres (una joyería). La mezquindad de unos, la cobardía de otros y el infortunio harán que el plan no transcurra según los presupuestos. La fatalidad llegará a la familia, y con ella la culpa, el arrepentimiento, el temor y los deseos de venganza.

Lumet nos plantea en este microcosmos la ruptura de las normas elementales de convivencia sociales. La violencia ha permeado nuestras vidas. La narrativa hace brincos temporales para matizar ciertos momentos de filme y clarificar las intenciones de  los personajes.

¿Quién es el Caín? ¿Cabe aquí un Abel? Parecieran ser las preguntas que nos lanza el director. El padre (Finney) acumulando sed de justicia, buscará y encontrará respuestas desesperanzadoras. El final no ofrecerá la redención a nadie. Un cine a todas luces crítico, vital.



Esta fue la última obra que nos legó Lumet. Un cineasta sobre el que alguna vez leí, la mejor muestra de su trascendencia es que nunca ganó un Oscar (hasta el 2005 recibió uno Honorario).

Sus más de 40 filmes ahí están pidiendo ser vistos para entender que las ideas nuevas provienen muchas veces de los creadores más experimentados. Incluso ya advertía del uso de cámaras HD en lugar de las de cine por una cuestión práctica (ahorrar costos, evitar dificultades). Siempre un visionario.

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